Patrimonio Monumental
El término municipal de La Puebla de Cazalla acoge atractivos recursos turísticos en su entorno, con edificaciones de interés histórico y monumental, como el Castillo de Luna, o las haciendas y cortijos de las zonas agrarias, algunas en activo y otras en ruinas, donde se puede disfrutar de la arquitectura tradicional andaluza.
El Castillo de Luna, situado a unos 7 kilómetros del casco urbano, marca los tiempos más remotos de la historia de La Puebla de Cazalla. Los estudios realizados determinan su origen como una fortaleza defensiva íbero-turdetana, en torno al siglo. V a.C., convirtiéndose dos siglos más tarde en Torre de vigilancia a manos de los cartagineses, que levantaron una serie de fortalezas, distribuidas estratégicamente por toda Andalucía, con el objetivo de proteger la actividad comercial y como defensa militar. En época romana se amplió y fortaleció el recinto, con vistas a defender el territorio de las incursiones bárbaras. La ocupación del Castillo de Luna pasó más tarde a manos de los musulmanes, que entre los siglos XI y XII ampliaron la construcción con una segunda línea defensiva, conocida como “barcana”, y realizaron reformas defensivas en el interior de la fortificación. De todas estas épocas se ha encontrado en el entorno del Castillo abundante material cerámico y monetario.
En el siglo XIII, Fernando el Santo reconquistó el lugar, no sin dificultad, dada la beligerancia presente en esta zona conocida como la Banda Morisca. Fue en este momento cuando el Castillo y su población aneja pasó a llamarse “Cazaba de la Frontera” y se convirtió en una línea de defensa central ante las incursiones procedentes de la Serranía de Ronda. La titularidad del Castillo pasaría por distintas manos, hasta que Alfonso X lo cedió a la Orden Militar de Calatrava. En poder de dicha Orden estuvo hasta que Don Pedro Téllez Girón, maestre calatravo y duque de Osuna, consiguió que pasara a formar parte de su patrimonio personal. Este tardó poco tiempo en dar los pasos para repoblar la zona, que se encontraba despoblada desde hacía dos siglos. Al amparo del Castillo, se dictó en 1502 la Carta-Puebla, que estableció las bases para el asentamiento del pueblo en su actual ubicación, completándose así el topónimo de La Puebla de Cazalla.